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5 Mitos del Cerebro: ¿verdad o mentira?​.

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Beatriz Fagundo
Cuando se trata de un órgano tan fascinante, poderoso y enigmático como el cerebro, proliferan los mitos y creencias. Pero ¿qué hay de cierto en ello? Aquí te dejo los 5 mitos más extendidos sobre el cerebro y la realidad detrás de cada uno de ellos.  

1. Usamos el 10% del cerebro

  ¿A que suena convincente? Es un número preciso, repetido en la cultura pop durante un siglo, y además implica que tenemos enormes reservas de poderes mentales sin explotar. Pero no podemos dejar de preguntarnos, ¿dónde está el 90 por ciento del cerebro que supuestamente no utilizamos? La realidad es que los cerebros son caros: se necesita mucha energía para construir nuestro cerebro durante el desarrollo fetal e infantil y sobre todo para mantenerlo cuando somos adultos. Evolutivamente no tendría sentido mantener ese exceso de tejido cerebral, sería demasiado costoso. Por si fuera poco, los recientes experimentos de neuroimagen que utilizan Tomografía por Emisión de Positrones (PET) o Resonancia Magnética Funciona (fMRI) muestran que casi todo el cerebro está involucrado incluso en tareas sencillas. Y que la lesión de un pequeño trocito de cerebro puede tener profundas consecuencias para el lenguaje, la percepción sensorial, el movimiento, la emoción o la memoria.   Entonces, ¿qué hay de cierto en este mito? Lo cierto es que tenemos algunas reservas cerebrales. Los estudios postmorten muestran que muchas personas tienen signos físicos de Enfermedad de Alzheimer (como las placas amiloides entre las neuronas) en sus cerebros, y sin embargo nunca mostraron signos de la enfermedad. Esto indica que podemos perder algo de tejido cerebral y aún funcionar bastante bien. También se ha demostrado que obtenemos puntuaciones más altas en las pruebas de Coeficiente Intelectual cuando estamos muy motivados, lo que sugiere que no siempre ejercitamos nuestras mentes al 100 por ciento de su capacidad. Así que ya sabes, puede que no consigas un 90% más de capacidad cerebral, pero seguro que con los nuevos tratamientos de estimulación cerebral, neurofeedback o realidad virtual puedes conseguir una mejor versión de ti mismo.  

2. Los recuerdos son precisos, detallados y persistentes

  Todos tenemos recuerdos que sentimos tan vívidos y precisos como una instantánea, por lo general de algún evento impactante y dramático: los ataques del 11 de septiembre de 2001, el nacimiento de un hijo, etc. La gente recuerda exactamente dónde estaban, que estaban haciendo, con quién estaban, o lo que veían o escuchaban cuando esto ocurrió o lo vieron por primera vez.   Sin embargo, varios experimentos han demostrado que la memoria de las personas inmediatamente después de una tragedia o una noticia impactante cambia, y que sigue modificándose varios meses o años más tarde. Lo cierto es que, aunque creamos que nuestros recuerdos son perfectos, la gente olvida los detalles importantes y agrega otros incorrectos, sin darse cuenta de que están recreando una escena confusa en sus mentes en lugar de tener una reproducción fotográfica perfecta.  

3. Todo es cuesta abajo después de los 40 (o los 50, los 60 o los 70).

  Es cierto, algunas habilidades cognitivas disminuyen a medida que envejecemos. Los niños aprenden mejor los idiomas que los adultos, por ejemplo. Y, desde luego, nunca juegues a un juego de memoria o concentración contra un niño de 10 años, a menos que estés preparado para ser humillado. Los adultos jóvenes también son más rápidos que los adultos mayores para juzgar si dos objetos son iguales o diferentes, pueden memorizar más fácilmente una lista de palabras aleatorias o hacer cálculos mentales con mayor velocidad.   Sin embargo, lo cierto es que muchas habilidades mentales mejoran con la edad. El vocabulario, por ejemplo: las personas mayores conocen más palabras y comprenden distinciones lingüísticas sutiles. Por otra parte, con la edad desarrollamos la capacidad de “juzgar” a las personas. Con un pequeño bosquejo de un extraño somos mejores jueces de su carácter. Asimismo, con los años somos mejores en las situaciones que implican habilidades sociales, como la forma de resolver un conflicto. Y, finalmente, con la edad mejoramos en la regulación de nuestras emociones y encontrando un significado a nuestras vidas.  

4. Un golpe en la cabeza puede causar amnesia.

  Junto con los bebés cambiados al nacer, este es un tema recurrente en telenovelas y películas de tardes de Domingo: alguien tiene un trágico accidente y se despierta en el hospital sin poder reconocer a sus seres queridos ni recordar su propio nombre o historia. Y la única cura para esta forma de amnesia, por supuesto, es otro golpe en la cabeza.   En el mundo real, hay dos formas principales de amnesia: anterógrada (la incapacidad de formar nuevos recuerdos) y retrógrada (la incapacidad de recordar eventos pasados). El paciente de amnesia más famoso de la ciencia, H.M., no pudo recordar nada de lo que sucedió después de una cirugía en 1953 que eliminó la mayor parte de su hipocampo (la estructura cerebral más importante en la formación de nuevos recuerdos). Sin embargo, recordó muchos de los eventos anteriores y pudo aprender nuevas habilidades y algo de vocabulario. Es decir, su amnesia fue de tipo anterógrada.   La amnesia retrógrada, por otra parte, puede ser causada por la enfermedad de Alzheimer, un traumatismo craneoencefálico (el típico golpe en la cabeza), o por una deficiencia de tiamina. En estos casos podemos olvidar progresivamente, o incluso de golpe, trozos de nuestro pasado y conocimientos que teníamos. Pero no nos engañemos, una lesión cerebral no puede afectar de manera selectiva la memoria autobiográfica (cosas que te han pasado en la vida). Y muchísimo menos devolvértela.  

5. Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus.

  Algunas de las investigaciones más descuidadas, sesgadas, menos reproducibles, peor diseñadas y más sobreinterpretadas en la historia de la ciencia pretenden proporcionar explicaciones biológicas de las diferencias entre hombres y mujeres. Incluso neurocientíficos eminentes una vez afirmaron que el tamaño de la cabeza o las estructuras del tronco encefálico eran responsables de la incapacidad de las mujeres para pensar creativamente, votar de forma lógica o practicar la medicina.   Hoy en día, las teorías son un poco más sofisticadas: los hombres supuestamente tienen hemisferios cerebrales más especializados y las mujeres circuitos de emoción más elaborados. ¿Qué hay de cierto en ello? Si bien existen algunas diferencias (menores y no correlacionadas con alguna habilidad en particular) entre los cerebros masculinos y femeninos, el principal problema con la búsqueda de correlaciones con el comportamiento es que las diferencias sexuales en la cognición son masivamente exageradas.   Veamos algunos ejemplos. Se piensa que las mujeres superan a los hombres en las pruebas de empatía. Y es cierto. Pero sólo lo hacen, hasta que a los sujetos de estudio se les dice que los hombres son particularmente buenos en la prueba, en cuyo caso los hombres se desempeñan tan bien o mejor que las mujeres. Lo mismo ocurre a la inversa, cuando se trata de pruebas de razonamiento espacial (eso que necesitamos para leer los mapas).   Cuando se recuerdan los estereotipos, incluso por algo tan simple como pedir a los sujetos de prueba que marquen una casilla junto a su género, las diferencias de sexo son exageradas. Un estudio reciente con mujeres universitarias demostró que aquellas a las que se les decía que harían algo que las mujeres usualmente hacen mal, lo hacían mal. Y viceversa. Aquellas a las que se le dijo que harían algo en que a las estudiantes universitarias generalmente les va bien, les iba bien. Asimismo, en aquellos países en que más prevalece la creencia de que los hombres son mejores que las mujeres en matemáticas, mayor es la diferencia en las puntuaciones de matemáticas entre niños y niñas ¿Crees que esto se debe a que las niñas en Islandia tienen hemisferios cerebrales más especializados que las niñas en Italia ¡Por supuesto que NO!   En resumen, es cierto que hay algunas diferencias en el cerebro entre hombres y mujeres, pero cuando se trata de aquello que nuestro cerebro hace la mayor parte del tiempo como percibir el mundo, prestar atención, aprender nuevas habilidades, codificar recuerdos, comunicarnos, o juzgar las emociones de otras personas, los hombres y las mujeres tenemos capacidades casi totalmente idénticas. Y desde luego, totalmente Terrenales.

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